"Tan necios como para tropezar con nuestra propia sombra" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . -Gedoxis-

domingo, 17 de octubre de 2010

Nimiedad...



A todos en algún momento de nuestra vida se nos plantea una extraña situación que parece ínfima o incluso absurda, una especie de momento fugaz en el que no acabas de entender que esta ocurriendo ni que te empuja a pensar o actuar.

No sabes que relevancia tiene ni que significado encierra, no terminas si quiera de entender si es una especie de presagio o algún tipo de predicción de un incierto futuro.

Visiones, pensamientos, melodías, actitudes, viejos recuerdos inoportunos...
Todos ellos nos otorgan esa pizca de incertidumbre que necesitamos para vivir, ese amor por el misterio y el suspense. Esa tentación de imaginar sin realmente saber, poblarse de dulces ilusiones o de amargos temores mientras desconocemos el qué ocurrirá.

A todos nos pasa alguna vez, y una de ellas no terminé por entenderla...

Eran las doce menos cuarto de la noche. Hacia frió, mucho frió, y yo todavía estaba al lado de la vía caminando para irme a casa. Volvía de estar con unos amigos y me había ido antes de que vinieran a recoger a nadie.

De haber querido hubiera tenido la oportunidad de que me llevaran, pero algo me incitó a volver a pie aquella noche, y no acababa de entender muy bien el que.

Hacia poco que había abandonado la calle paralela a la vía. Acababa de internarme en las calles largas y sombrías en donde cada muchos pasos habitaba una triste y solitaria farola, como si con su tenue luz me invitara a hacerle compañía, a transmitirle calor y confianza.
Pero a cada paso que daba más me alejaba de la luz anterior para acabar bajo el cobijo de la siguiente, y así sucesivamente, avanzando en silencio.

Estaba andando con la cabeza baja y las manos en los bolsillos cuando de pronto sentí como algo rodaba por el asfalto después de haberle atestado un pequeño puntapié.
Me agaché a mirar para descubrir que era una triste piedra que no mediría más de dos centímetros de diámetro. Una simple y vulgar piedra cubierta de tierra, un pedazito de roca perdida y extraviada, alejada de todo menester excepto rodar sin rumbo...

Apartando la vista y cambiando de pensamiento me levanté lentamente y me dispuse a caminar. Pero, nada más dar el primer paso, sin yo decidirlo si quiera, mi pierna izquierda terminó por patear la misera piedrecilla haciéndola así rodar varios metros ante mi.

Avancé de nuevo y volví a hacerla rodar por la calle oscura. Una patada detrás de otra, sin descanso, sin entender el porque estoy aquí haciendo algo tan irrelevante.

-Estoy chutando alegremente una inútil piedra mientras todo lo demás requiere de una solución -Pienso en voz alta- ¿Que demonios estoy haciendo...?

Pero esa noche no quise pensar. Solo quise seguir caminando, más y más, mientras a mi lado una triste y vieja piedrecilla rodaba sin descanso.

Al principio no me importaba chutar fuerte y perderla de vista, me era indiferente lo que le ocurriera. Pero según como más caminaba mayor era mi interés hacia mis pasos, más centraba mi atención en hacer rodar la piedra hacia un lado o hacia a otro, terminando por preocuparme de si podía deslizarse por una rendija hacia las alcantarillas.

Sin darme cuenta llegue a una calle oscura. No se veía bien el suelo y la piedrecilla no se encontraba al alcance de mi vista en tal oscuridad. Sin detenerme busqué la piedrecilla con la mirada, pero no hubo resultado, yo seguía andando en dirección hacia mi casa.

Pero fue entonces cuando me di la vuelta y me agaché para buscarla. Estaba agachado buscando una maldita piedra que habría podido sustituir por cualquier otra, estaba quieto en medio de una calle mirando hacia el suelo como un idiota.

Finalmente apareció escondida entre unas hojas secas del borde de la calzada. Un extraño sentimiento de felicidad se apoderó de mi, me sentía dicharachero por el mero hecho de recuperar algo tan tristemente insignificante.

Sin haber escarmentado dejé de nuevo la piedra en el suelo y seguí caminando junto a ella, a través de la oscuridad y el frió de la noche.
Varias veces más volví a perderla de vista, pero finalmente la recuperaba de nuevo.

Pero como todos sabemos, llega un punto en el que de tanto estirar del hilo finalmente acaba por romperse...

Nada más llegar a la calle paralela a mi casa, justo cuando por mi mente se cruzó el pensamiento de recoger la piedrecilla para quedármela como recuerdo, no la encontraba por ningun sitio.

Me agaché, revise la calle palmo a palmo, miré desde todos los ángulos que pude, pero finalmente no la encontre.

Nunca entenderé el porque de toda esta absurda e infima historia, en la que terminas por encariñarte de algo que carece de valor para que posteriormente desaparezca.

Se que es una tonteria sin sentido que le haya dado relevancia como hecho, pero algo me empuja a pensar en cual puede ser su verdadero significado, y sinceramente, todo cuanto este pensamiento para mi abarca, no me presagia nada bueno...

[#376] Inconsciencia consciente del inconsciente subconsciente...

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