"Tan necios como para tropezar con nuestra propia sombra" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . -Gedoxis-

lunes, 19 de julio de 2010

Exilio...



Para cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde, no supe ver las cosas como realmente eran. Fui tan necio como el resto y no supe mediar mis prioridades ni mis intenciones, y acabé cayendo sin control.

Poco a poco fui cavando mi propia tumba, construyendo una cárcel de mentiras, levantando muros de sonrisas huecas, derribando mi frágil torre de naipes donde residían mis cálidos recuerdos, callando a mis sentimientos, apartando mis sueños e ignorando a mis alegrías, convenciéndome a mi mismo de que estaba en lo correcto, caminando sobre las rosas y admirando a los cuervos, avanzando hacia un punto sin retorno.

Abandone la ciudad aprovisionado con una mochila repleta de viejos recuerdos con los que reunir fuerzas para seguir adelante. Camine durante toda la noche hasta adentrarme en lo mas profundo del bosque del pensamiento.

Deambule por las senda mas oscuras y atravesé interminables grutas de la montaña olvidada hasta llegar al claro rocoso donde se encuentra la mansión de mis penas. Tétrica por fuera, triste por dentro, este es el lugar en donde estoy condenado a vagar con la cabeza inclinada, la mirada baja, el orgullo caído y la autoestima detrás mio arrastrándose por los interminables pasillos.

Puertas abiertas se cierran a mi paso, cuadros alegres pierden su color ante mi presencia, voy avanzando entre los candelabros para ahogarlos en absoluta oscuridad. No hay salones, estancias o alcobas, no hay siquiera un recibidor a una sala de espera, solo pasillos tristes que no acaban hasta donde alcanza la vista.

El lugar donde me encuentro nunca será iluminado, esta oculto del sol y las miradas de la gente, es el exilio de mi mente. De vez en cuando alcanzo a ver a lo lejos alguna ventana en donde contemplar como el cielo vació se apodera de mi ínfima presencia. Un manto de oscuridad cubre el cielo dejando visibles la luna y las estrellas en el caso de que utilice mi imaginación para poder recordarlas.

Soy la única luz, el único olor, el único sonido, el único ser presente en un mundo permanente. Un mundo donde nada cambia, donde cuando camino soy la única sombra danzante, el único olor que se desplaza, el único sonido perceptible, el único movimiento en una dimensión paralizada que ha perdido la noción del tiempo.

Como una brisa entre las ramas voy vagando entre las sombras de los pasillos, acariciando con la punta de los dedos los pomos de las puertas, esperando que alguno ceda y me invite a una habitación donde descansar hasta el fin de los tiempos.

No recuerdo la entrada, y mucho menos conozco la salída, pero el dia que lo encuentre retomaré mi vida. El día que atraviese las puertas de la entrada y deje atrás las verjas de esta triste mansión por fin podré volver a mirar al cielo para admirarte.

[#376] Cada puerta cerrada es una sonrisa marchita...

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