
Hace mucho tiempo, en un escondrijo de la tierra alejado de la mano de Dios, había un valle en donde muchos animales vivían en paz y armonía, un valle donde todos eran felices y donde reinaba la tranquilidad entre sus habitantes.
La vida allí era apacible y sosegada, una vida sin preocupaciones.
Habían muchos animales, pero de entre ellos había un mono solitario y arrogante, un mono cegado por el cutis de la luna, un mono que todas las noches dormía a la orilla del lago para poder contemplarla en el reflejo del agua.
Amaba a la luna, la envidiaba a la vez que la idolatraba, admiraba a aquella diosa suspendida en lo alto del cielo.
El mono suspiraba todas las noches a la orilla del lago y ahuyentaba a todo aquel que osara acercarse a contemplarla. Cuando se sentía seguro y sin nadie que le observara intentaba tocarla en al reflejo del agua.
Pasaron los días y el mono seguía creyendo que podría alcanzar, que con esfuerzo y fe podría llegar a tocarla aunque no fuera mas que una mentira plasmada sobre la superficie de las oscuras aguas de la noche.
Pero un día, el mono, víctima de su arrogancia y su necedad, terminó su historia ahogado bajo el reflejo de aquella a quien tanto admiraba...
...
Un mero reflejo puede llegar a cegarnos, mentiras que nuestra ingenuidad puede convertir en esperanzas, esfuerzo y dedicación que nos acercan al quebranto, a la muerte y a la frustración.
Figuras que nos deslumbran con su luz e intentamos alcanzar pisando a ciegas, seres que admiramos a la vez que envidiamos, ejemplos a seguir que dicta nuestra insensatez y nuestra falta de personalidad y amor propio. Son aquellos a quienes alagas mientras ansias su piel...
Hay distancias que desde el principio de los tiempos han sido dictadas por un ente desconocido, horizontes que llevan a los humanos a no perder la esperanza, luces en el firmamento que se apagan justo cuando la confianza es plena...
Como decía Lorca "El que quiere arañar la luna, se arañará el corazón"

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